Han estado más de un mes con nosotros. Durante ese tiempo los
pequeños verderones han aprendido a comer solos y a darse unos vuelos por la
cocina. También han convivido con un gorrioncillo desvalido al que dieron caza
mis alumnos. Tenía previsto liberarlos en los jardines del colegio una vez
acabadas las clases, pero cuando no hay alumnos… hay gatos. Así que hemos
encontrado una solución alternativa: el jardín de mis cuñados de Paternain. Allí
llevamos la jaula y la dejamos abierta. También dejamos un comedero con alpiste
y un bebedero para que tengan a dónde acudir hasta que se sepan buscar las
castañas en su nuevo hogar.
Hace 1 año
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