2/1/23
Mi colección de insectos
22/8/22
Mensaje en una botella
Tenía 13 años cuando elaboré y puse en práctica mi plan. Quería encontrar nuevas amistades con las que compartir mi afición a la naturaleza, así que, como nadie se había inventado internet todavía, escribí un mensaje, lo metí en una botella de cristal con tapón de corcho y lo lancé al mar, en la playa de Palamós (Girona). Tan solo tres años después, concretamente el 9 de marzo de 1.990, recibí una carta desde Alemania, la cual incluía una fotocopia del mensaje original. Recientemente la he encontrado en el baúl de los recuerdos y me ha parecido una anécdota graciosa para comentar en el blog. Creo recordar que respondí aquella carta pero no recibí más respuestas. Aunque, visto lo visto, no pierdo la esperanza.
El mensaje original que escribí yo |
La respuesta que recibí desde Alemania, tres años después |
1/10/16
La paloma mensajera (2)
6/12/10
Gansos y borregos en Gaintxurizketa
21/6/10
Tres flores, tres princesas
Entre las flores que recibimos al nacer mi primera hija, en 2005, había una hermosa orquídea Phalaenopsis, con maceta y todo. Volvió a florecer al año siguiente, dejándose grabar en vídeo para que todo el mundo disfrutara del fenómeno. Pero luego enfermó: una plaga de minúsculos bichitos se zampó todos los pétalos. Ahora, totalmente recuperada y como para dar la bienvenida a mi tercera niña, nos ha regalado tres hermosas flores. Quién sabe si dentro de unos años nos regalará media docena.
15/3/10
De caza con los Delibes
No sé si serán muchos o pocos los que habrán tenido el honor de ser acogidos en casa de los Delibes, pero yo soy uno de ellos. Fuimos a Sedano, Burgos, a rodar un cortometraje documental sobre la caza del corzo con dos de los hijos del gran escritor Miguel Delibes: Juan y Adolfo. El primero dirigía Seasons (actual Caza y Pesca), de Satélite Digital, un canal de televisión dedicado a la caza, así que el documental era para él. Y el segundo fue quien dio caza al corzo.
Javier González Purroy, el productor, nos llevó a Rafael Martínez y a mí como ayudantes de cámara, pero llegamos demasiado tarde como para realizar el rodaje y volver a Pamplona en el mismo día. Los dos hermanos nos invitaron a quedarnos y nos improvisaron una humilde pero muy bien apañada cenita.
Por la mañana vimos amanecer en el campo. Las pocas veces que he acompañado a cazadores me ha sobrecogido el espectáculo que ofrece la naturaleza a esas horas, envolviéndome de aromas y aire fresco, el buen ambiente entre los cazadores, el sonido de todo tipo de animales despertando y desperezándose… Aunque me entristecía el final, la caza propiamente dicha. Pero también hay que comprender que en nuestros días apenas quedan grandes depredadores, por lo que ésta, debidamente regulada, se hace imprescindible para controlar la población de determinados animales y mantener el ecosistema en perfecto equilibrio. Este es un tema recurrente en las novelas de Miguel Delibes, el cual, por lo que pude comprobar, supo transmitir a sus hijos el amor por la naturaleza y la afición a la caza.
31/1/10
Mi primera cámara, mi primera foto
Mi sueño fotográfico había nacido dos años antes, al comprender que siempre es mejor fotografiar un animal que llevártelo a casa. Mientras juntaba el dinero necesario fui leyendo algún manual de fotografía que teníamos en casa. Pronto supe que para sacar fotos de animales hace falta una cámara de tipo réflex y, por lo menos, un teleobjetivo corto. Una vez comprada la cámara podría practicar y aprender mientras ahorraba para el teleobjetivo, a la vez que mi madre respiraba tranquila sin el temor de encontrarse una lagartija trepando por la pared o un murciélago sobrevolando el salón.
La OM-10 es una máquina casi totalmente manual, salvo la velocidad de obturación que es automática según la abertura de diafragma que se elija. Aprendí mucho con este aparato, sobre todo porque al andar escaso de presupuesto para carretes y revelado, estudiaba todas las variables antes de disparar. Esta minuciosidad la puse en práctica desde la primera foto. Aunque en realidad no la tomé yo.
Iba a estrenar la cámara durante las vacaciones de verano en Huesca. Mis padres y mi hermano esperaban pacientemente delante del monumento de las Pajaritas mientras yo cargaba el carrete y me entretenía midiendo la luz y buscando el mejor encuadre posible. Iba a ser mi primera foto. Pero en cuanto puse el dedo sobre el disparador un señor muy amable se ofreció a sacárnosla a toda la familia juntos. Y por no ser descortés…