Ésta es una foto con historia. Salta a la vista que ni Margarita ni Luz son monstruosas, pero sí debía serlo la bestia que nos sorprendió a la vuelta de nuestra excursión.
Habíamos seguido el serpenteante camino que lleva hasta el mismísimo borde de la Foz de Arbayún. Desde allí las vistas son insuperables y los buitres, que es lo que íbamos a ver, se acercan y alejan de las cornisas con su vuelo majestuoso. Tan extasiados estuvimos con el panorama que empezó a oscurecer sin que nos diéramos cuenta.
Emprendimos el regreso yo por delante y ellas más atrás cotorreando sin descanso. De repente, un ruido entre los arbustos me hizo parar en seco. A continuación un gruñido y un trote que venía hacia mí. Di un salto hacía atrás y retrocedí corriendo varios pasos. Y entonces me di cuenta: Ellas calladas, inmóviles, pálidas, habían presenciado toda la escena. Una de Méjico y la otra de Puerto Rico desconocían la fauna del lugar. Y yo era el biólogo. Si estaba asustado, mal asunto. Tuve que tranquilizarme yo y tranquilizarlas a ellas.
- Es un jabalí – supuse – si retrocedemos un poco y hacemos ruido para que sepa dónde estamos encontrará una salida y se irá.
Parecía mejor plan que lanzarle el pedrusco que había cogido Margarita. Y funcionó. En general los animales temen al hombre y sólo atacan cuando se sienten amenazados. Seguramente el pobre bicho se asustó todavía más que nosotros.
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