A muchos naturalistas nos encanta atraer a las aves con comederos para disfrutarlas con más comodidad y ayudarlas a sobrevivir a los rigores del invierno. Se recomienda que en primavera y verano ya no se les facilite alimento, ya que hay mayor disponibilidad de semillas, frutos e insectos, y así además se evita que se vuelvan dependientes. Sin embargo, esta ayuda que prestamos a nuestros animales favoritos puede causarles algunos problemas. En un artículo de la sociedad americana de ornitología Audubon titulado "To Feed, or Not to Feed" ("Alimentar o no alimentar") se nos explica que en los comederos se puede favorecer el contagio de enfermedades aviares como la conjuntivitis micoplasmática o la tricomoniasis, así como el traspaso de parásitos de un pájaro a otro. También puede alterar el comportamiento de algunas especies haciendo que dejen de migrar, con lo cual los ejemplares enfermizos que no sobrevivirían al viaje sí lo hacen y contagian sus enfermedades.
Para evitar estos inconvenientes hay que desinfectar bien los comederos después de cada estación. También es mejor tener varios comederos separados con un tipo de alimento cada uno, que uno sólo con todo mezclado, así las especies se separan también reduciendo el riesgo de contagios. Por otro lado hay que evitar que los restos queden apilados y con la lluvia formen un engrudo que puede convertirse en foco de infecciones.
Un estudio científico mucho más detallado puede leerse en un artículo de Ecology Letters.
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