Hace unos dos años en Erain hubo que cortar un
enorme y viejo álamo para poder construir el nuevo edificio de primaria. Desde
entonces, la pareja de cárabos, Strix aluco, que solía criar en el hueco del tronco no ha
vuelto a aparecer por aquí. Y lo contrario ha ocurrido con la comida favorita
de los cárabos: micromamíferos de diversas especies han colonizado los
jardines. Las praderas de césped están plagadas de montículos de tierra, señal
inequívoca del trabajo subterráneo de ciertos invasores. Los topos, Talpa europaea, hacen un agujero con la
entrada vertical, y las ratas toperas, Arvicola
terrestris, los hacen más
inclinados. Aquí tenemos ratas toperas en abundancia. Antes de que el personal
de jardinería tome medidas más drásticas he elaborado un plan para acabar con
la plaga, recuperar el aspecto habitual de nuestros jardines y, de paso, hacer
otro de mis mini-documentales. Por un lado vamos a colocar cajas-nido para
cárabos y lechuzas, a ver si vuelven. Y por otro, he capturado ya un par de
ratas para estudiar y grabar su vida subterránea. Alumnos y profesores están
entusiasmados con el proyecto. Os muestro un par de fotos del escenario que
tengo montado en el laboratorio para grabar la vida de la rata topera bajo
tierra. Siempre es mejor esto que hacer una zanja en el jardín.
Hace 1 año
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